
El médico que me observa enfermo un día,
tiene también en la boca una sandía,
para comerla tal vez a mediodía
y por eso tiene siempre una capucha,
donde recoge lo que cae en la hucha.
Ese doctor cura con sumo cuidado
mis riñones y mi pecho ya cuadrado,
de mi cara y nariz no se ha olvidado,
pues él sabe que eso gusta a mi Marucha,
que tenga cabeza con linda cachucha.
Me proteje contra gran incertidumbre,
cosa que toma de la sabia costumbre,
y me pone bien al calor de la lumbre,
ya que el remedio lo busca en maracucha
habitación, donde el médico me escucha.
Ese doctor es a mí como gran amo,
ese médico es a quien la mano lamo,
ese señor es a quien como a ALÁ clamo.
¿Quién me dijo que la vida era una lucha?
¡Mi señor que me da hermosa babucha!
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